Porque las cosas te pueden salir mal muchas veces pero nunca es lo mismo la frustración, el sentimiento que te queda en la cabeza, parecido a la culpa, de cuando sabés que podrías haber llegado a hacer las cosas aunque sea un poquito mejor.
Siempre fui una persona muy extremista con este tema: Hacía algo bien y era la más grosa; hacía algo mal y era la persona más fracasada sobre la faz de la tierra. Y hoy, sinceramente puedo decir que nunca hice algo tan mal y me importó tan poco. Sea eso bueno o malo, es un alivio poder equivocarme sin estar pensando todo el tiempo en que soy una estúpida y estar preocupada y tener remordimientos sobre qué van a pensar los demás de mí ahora.
Reconozco que me equivoqué en una parte sí, pero nunca bailé -en público- con tanto sentimiento. Realmente, lo disfruté. |
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